En
Galicia los molinos, junto con los hórreos, representaron durante
siglos las más importantes construcciones para la economía rural y
familiar. En los hórreos se guardaba el grano que luego, en los molinos,
se convertía en la harina con la que se cocía el pan.
La
gran mayoría de los molinos de Meaño son de agua y se sitúan en torno
al cauce del Río da Chanca. En ellos tradicionalmente se molía maíz,
centeno, trigo y avena. Al pasar el agua por debajo del molino este
mueve sus aspas, que son las que hacen que gire la piedra encargada de
moler.
Su
funcionamiento, de forma simplificada, es el siguiente: en una cuba de
madera en forma de cono truncado, con la parte más estrecha para abajo,
se echa el grano que poco a poco va cayendo en la piedra. Esta piedra,
de forma circular, tiene un agujero en el medio y otra piedra de igual
forma y tamaño debajo. Al moverse las aspas hacen que se muevan las
piedras, con lo que se va moliendo el grano convirtiéndose en harina
Los molinos podían pertenecer a una sóla persona, a varias o ser comunales (a estos en Meaño también se les llamaba "de partilla"). Cuando eran comunales cada vecino podía moler su grano, para lo que se disponían unos horarios y turnos, llegando a moler las 24 horas del día. Cada uno era responsable del molino durante su turno. Si el molino era de un particular este molía su grano y el de aquellos vecinos que se lo encargasen, a los cuales o bien les cobraba dinero o se quedaba con una parte del grano molido.
Son muchos los molinos que aún existen en el Municipio, aunque algunos, al dejar de utilizarse, fueron desapareciendo. Entre el buen número que se mantienen en pie aún podemos encontrar molinos en funcionamiento. Los restantes están en proceso de rehabilitación. Las parroquias del municipio que gozan del privilegio de tener una gran cantidad de molinos de agua son Simes, Lores y Dena.
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Los molinos podían pertenecer a una sóla persona, a varias o ser comunales (a estos en Meaño también se les llamaba "de partilla"). Cuando eran comunales cada vecino podía moler su grano, para lo que se disponían unos horarios y turnos, llegando a moler las 24 horas del día. Cada uno era responsable del molino durante su turno. Si el molino era de un particular este molía su grano y el de aquellos vecinos que se lo encargasen, a los cuales o bien les cobraba dinero o se quedaba con una parte del grano molido.
Son muchos los molinos que aún existen en el Municipio, aunque algunos, al dejar de utilizarse, fueron desapareciendo. Entre el buen número que se mantienen en pie aún podemos encontrar molinos en funcionamiento. Los restantes están en proceso de rehabilitación. Las parroquias del municipio que gozan del privilegio de tener una gran cantidad de molinos de agua son Simes, Lores y Dena.
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XOAN ARCO DA VELLA
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