martes, 9 de octubre de 2012

¿ PIRATERIA EN GALICIA ?

PIRATERIA
¿ Pirateria en Galicia ?


     En el invierno de 1830 el buque “ADELAIDE” zarpó de Bristol rumbo a Las Antillas, trece personas, incluida la mujer y el hijo de su capitán Dovel, conformaban su tripulación, además viajaba con ellos un anónimo pasajero.

     En aquellos tiempos la piratería lugareña de Cornualles y Bretaña era el mayor de los temores de la armada inglesa, quizás por ello, parte del flete del barco no fue declarado. Hoy conocemos que portaban armas y a bordo también trasportaban, bajo la atenta custodia del comisionado de la corona británica, que viajaba como pasajero en el buque, un baúl atiborrado de monedas de oro para pagar a las tropas británicas de ultramar.
 
     La noche en que navegaban bordeando la Costa de la Muerte a la altura de la Ría de Corme y Laxe, arreció la tormenta. El capitán divisó a babor una línea de luces en la costa. Aquellas luces no podían ser más que una pequeña aldea marinera resguardado al fondo de alguna ensenada. Varió el rumbo y fue arrimando el barco hacía la bahía para abrigarse del temporal. La nave encalló. Los golpes de mar se encargaron del resto.


     Solamente el capitán y el comisionado de la colonia británica alcanzaron a nado la playa y salvaron la vida. Ambos supervivientes se refugiaron en un cobertizo cercano a la playa.
 

     La mañana siguiente Laxe despertó con el tañido a muerte de las campanas de su iglesia. Diseminados por la arena aparecieron doce cadáveres y restos de la nave; mudos testigos de la tragedia desatada la noche anterior. Pero aquella noche la muerte también rugió en el cobertizo donde se habían refugiado los dos supervivientes, el funcionario del gobierno británico murió de forma misteriosa. Mr Dovel, el capitán, inhumó en el cementerio civil los restos de su esposa e hijo, que según narran los más ancianos del lugar, aparecieron sobre la playa abrazados. Nunca se supo dónde fue a parar el cofre repleto de monedas de oro.

 

     Hasta aquí, la narración escueta de uno más de los siniestros de buques británicos en la Costa de la Muerte.


     Pero este hundimiento dejó flotando algunas dudas en el recuerdo ¿Qué eran aquellas luces que vio el capitán? ¿Cómo murió el funcionario que había logrado salvarse junto al capitán? ¿Dónde fue a parar el cofre cargado de monedas de oro?
 

     Cuarenta años después, un amanecer de invierno, los vecinos de la aldea de Arou despertaron con el hedor de la muerte flotando sobre sus aguas. En los bajos de “O Negro” flotaban los restos de otro buque inglés. Corrieron hacia el Monte Lobeiras para socorrer a los náufragos, en el camino se encontraron, yaciendo entre la maleza, dos tripulantes muertos del “WOLFSTRONG” a los que “alguien” había mutilado sus brazos.


 

     Las amputaciones de los marineros despertaron las sospechas del Almirantazgo británico y envió una delegación a la Costa de la Muerte para investigar las causas del naufragio y quién o quiénes eran los autores de las mutilaciones de sus tripulantes. Nada pudieron aclarar, como nada se aclaró cuarenta años antes en el siniestro del “ADELAIDE”. Hubo posteriormente otros hundimientos que, aparentemente, fueron provocados, de los que tampoco nunca se pudieron aclarar las circunstancias. 

     En el año 1875 en los mismos bajos entre Santa Mariña y Arou, naufragó el buque británico “REVANCHIL” envuelto entre sospechas de que fue provocado su hundimiento. Con el tiempo han sobrevenido otros muchos que han ido nutriendo estos temores: Del “IRIS HULL” se afirma que, en noviembre de 1883 fue hundido por la piratería en la costa de Santa Mariña; También en Malpica, seis años después, apareció el cadáver de una naufraga del “PRIMA” con las orejas y varios dedos amputados, al parecer, para robarle los pendientes y los anillos. 




     Hay quien señala con su dedo acusador a la piratería lugareña del más conocido de los naufragios, el del buque escuela inglés “THE SERPENT” en el que fallecieron casi trescientos hombres y del que, recientemente, se ha descubierto el mascarón de proa escondido en un viejo molino de Santa Mariña, y yendo aún más lejos, las sospechas alcanzan al “CITY OF AGRA”, que, curiosamente, por el comportamiento heroico de los marineros de Camelle en el salvamento de sus náufragos, la Armada Británica reconoció a este pueblo con una condecoración.
 

     Son estos hechos aislados, pero insistentemente reiterados, el germen de esa leyenda que desde los puertos ingleses y de taberna en taberna, fue extendiéndose entre los marineros de todo el norte de Europa, en la que se narra que en esta Costa de la Muerte , grupos de vecinos agazapados en la oscuridad tenebrosa de la noche y con la complicidad del aislamiento en el que siempre han vivido estas aldeas, se dedicaron a la piratería y sus delitos siempre quedaron impunes.


 

     De ser esta la razón del tétrico nombre de esta costa, habría que reducirla a un espacio más concreto, a aquel donde sucedieron todos estos hundimientos sospechosos de ser provocados por los paisanos y que comprende desde las Islas Sisargas al Cabo Villano.

     Ciertamente este trozo, el más septentrional de la Costa de la Muerte es, aún hoy, el más genuino, el que mejor conserva sin adulteraciones sus costumbres, el menos conocido y, obviamente, el más aislado y, desgraciadamente, el que atesora mayor número de naufragios.



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XOAN ARCO DA VELLA

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